Aceptó la vicepresidencia segunda del Gobierno recitando a su paisana gallega Rosalía de Castro y semeja continuar sus versos firmemente. «Libre es mi corazón, libre mi ánima, libre mi pensamiento», entonó Yolanda Díaz en el acto de traspaso de carteras en el que Pablo Iglesias la certificó como su ‘heredera’. Y con esa libertad que le otorga no estar amarrada a la disciplina de un partido está edificando su proyecto político independizada de la marca Podemos que la lanzó al Ministerio de Trabajo: ‘Sumar’. Un verbo que la ferrolana ha puesto en práctica consiguiendo el comprensión de sindicatos y Patronal en la subida del Sueldo Mínimo Interprofesional y en la nueva reforma laboral. Dos jalones que, al lado de su nuevo perfil de líder de la izquierda en España, la hacen merecedora del título ‘Mujer del Año’ en los XX Premios la villa de Madrid que da Madridiario.
A la autora de Follas Novas recurrió asimismo en su «apasionante» encuentro con el Papa Francisco el mes pasado de diciembre. En el enésimo ademán a su tierra natal, obsequió a su Santidad este ejemplar mientras que conversaron animados sobre la reforma laboral. Su deseo de derogar la precursora de Mariano Rajoy se consumó el cuatro de febrero de dos mil veintidos. Precisó del voto errado del miembro del Congreso de los Diputados del PP Alberto Casero para esto, frente al desmarque de sus asociados nacionalistas y la traición de los parlamentarios de Unión por el Pueblo Navarro, mas su éxito trascendía a la votación en el Congreso: había cosechado el respaldo sindical y de los empresarios.
Mientras que UGT se felicitaba por la primera reforma laboral en democracia «en la que se recobran derechos» para los trabajadores, la CEOE destacaba que la nueva ley «afianza un modelo laboral que asegura el desarrollo del empleo y sostiene la flexibilidad interna de las compañías». Con esta nueva legislación, Díaz ponía coto a la temporalidad en el mercado de trabajo, señalado por Bruselas como talón de Aquiles de la economía nacional, permitiendo este modelo de contrato solo en un contexto estructural o formativo. Con este triunfo no solo cumplía su aspiración personal, sino más bien la de su padre, Suso Díaz, un histórico de CCOO que sembró en ella una temprana vocación política.
Los peores miedos se instalaron en el lobby empresarial cuando Yolanda Díaz admitió, no sin renuencias iniciales, el ofrecimiento del Ministerio de Trabajo que prácticamente le impuso su antaño consultor en su etapa en la Xunta: Pablo Iglesias. Una letrada laboralista, empapada del movimiento obrero de Ferrol desde la cuna y componente del Partido Marxista se preveía como una amenaza, mas se erigió como sorpresiva aliada en la articulación de los ERTE a lo largo de la pandemia y sus consecutivas prórrogas para proseguir manteniendo miles y miles de puestos. Antes, apenas diez días tras su desembarco en la Moncloa la ‘Mujer del Año’ se había procurado el apoyo de sindicatos y Patronal a la subida del Sueldo Mínimo Interprofesional a los novecientos cincuenta euros. Una digna carta de presentación de la actitud que impondría a lo largo de su trayectoria en el Ejecutivo de Pedro Sánchez: la prioridad por el diálogo.
Curtida en la política gallega
No siempre y en toda circunstancia exhibió este talante conciliador. Tampoco la calma con la que ahora se sube a la tribuna del Graderío. La experiencia la ha curtido y su trabajo en la fragmentada izquierda gallega ha forjado ese carácter pactista que ahora desea imprimir a su plataforma ‘Sumar’. Natural de mil novecientos setenta y uno en Fene, en la ría de Ferrol, se licenció en Derecho en la Universidad de S. de Compostela tras años compatibilizando estudios con trabajo para asistir a su familia a costearlos. Con 3 postgrados en su haber y de vuelta en Ferrol, abrió un despacho propio en mil novecientos noventa y ocho y apenas 5 años después logró acta de concejal por IU en el ayuntamiento.
Tras este primer contacto con la política desde la bancada de la oposición, Yolanda Díaz entró como número dos de un Gobierno en alianza con el Partido Socialista en dos mil siete. El bipartito pronto hizo aguas y no acabó el orden. Repitió como edil en dos mil once, mas en dos mil doce abandonó el navío ferrolano para coger un escaño en la Xunta de la mano de Opción alternativa Galega de Esquerdas (AGE). Allá coincidió con el hoy presidente del PP, Alberto Núñez Feijoóo, que halló en ella réplica sin miramientos.
Hábil para hallar encaje en los proyectos a la izquierda del Partido Socialista Obrero Español, dio el salto al Congreso en la lista de En Marea, con compañeros de Podemos, IU y Anova. El cambio a la capital española le conllevó un fuerte desgaste personal, puesto que su marido, el delineante Andrés Meizoso, y su hija Carmela, a quien reserva cada ocho-M para festejar su aniversario, no viajaron con ella a la capital. Perseguida por la morriña, vaciló aceptar el encargo que le confió su amigo Pablo Iglesias: aceptar la cartera de Trabajo de un Gobierno bicolor encabezado por Pedro Sánchez.
Al final, no pudo negarse y juró el cargo en el mes de enero de dos mil veinte. Nada cara augurar entonces que apenas un año después heredaría el liderazgo de Podemos tras la precipitada salida de Pablo Iglesias. Persuadido de que representaba el perfil ideal para sucederla, le cedió la batuta de un partido en el que Díaz no milita y dobló su repercusión en el Gobierno al ocurrir al creador de la capacitación morada como vicepresidenta segunda. «No estaríamos acá si no fuera por las personas trabajadoras de este país, a ellas me debo y a ellas hoy le tendemos las manos», proclamó en su toma de posesión.
Cara la independencia política
Con la sociedad civil desea levantar, exactamente, su recién estrenado proyecto ‘Sumar’, en el que rehusa tutelas de partidos y con el que aspira a que las iniciales se diluyan. Interiorizando el «libre es mi pensamiento» de Rosalía de Castro, busca la independencia emancipándose de Podemos y lanzando un «proceso de escucha» que la va a llevar de tournée por toda España cuando concluyan las elecciones andaluzas de junio con el propósito de «fomentar el compromiso democrático y la participación de la ciudadanía en la vida pública».
Ha puesto distancia con sus aún compañeras Irene Montero y Ione Belarra y en los últimos meses semeja haber recuperado sintonía con Más la capital de España, En Comú Podemo o Compromís, siendo arropada en actos por Mónica García, Ada Colau o Mónica Oltra. Sin embargo, y como el nombre de su plataforma clama, no renuncia a reunir a todo el espacio confederal en el que asimismo se mueven IU y Podemos. Antes que su plataforma despegue y comiencen a resolverse las incógnitas de quién podría acompañarla en su posible candidatura a la Moncloa en dos mil veintitres va a hacer una parada en el hotel The Westin Palace este lunes para ser reconocida como ‘Mujer del Año’ en los XX Premios la capital de España que otorga este digital.